Richard Nixon era un hombre de radio. Siempre lo fue. Es más, dicen que los que siguieron por radio el primer debate electoral televisado de la historia entre Nixon y Kennedy, dieron como vencedor al veterano republicano. Y eso fue porque no vieron lo que vieron 77 millones de estadounidenses que aquel 26 de septiembre de 1960 siguieron el cara a cara por televisión. Un joven Kennedy, más adaptado al lenguaje audiovisual, arroyó a un Nixon sudoroso, sin maquillar y fuera de lugar. La televisión había llegado, abría un nuevo horizonte con grandes posibilidades y traía una idea clara: un debate no se gana solo llevando notas debajo del brazo, se gana adaptando tu comunicación al medio en el que te vas a mover y aprovechando sus particularidades.
Y en eso suponemos que están las directoras de campaña de los dos grandes candidatos a ocupar la Moncloa el próximo 20 de noviembre, tras recibir la oferta de enfrentarse al primer ‘ciberdebate’ electoral de nuestro país. Nuevo horizonte, nuevas posibilidades. Rubalcaba y Rajoy (Rajoy y Rubalcaba) frente a preguntas de ciudadanos trasladadas a los candidatos a través de medios online. La confirmación todavía está en el aire. Y es que acostumbrados a debates televisados en los que se acuerdan hasta el número y duración de los contraplanos, abrir las puertas de Internet puede crear una corriente de las que hacen volar los papeles.
La iniciativa ya se intentó en las elecciones de 2008 y la cosa no fraguó. Pensaron que mejor no hacer nada que salir sudorosos, sin maquillar y fuera de lugar. Sin embargo, ahora los actuales candidatos reciben el guante con sus recién estrenados perfiles en Twitter abanderando su comunicación online y los actos obligan a dar un paso más. A demostrar que como Kennedy en su día, Rubalcaba y Rajoy llegan maquillados y preparados para un encuentro a través de un medio que mueve a millones de personas diariamente y que se ha convertido en el ‘medio social’. Un medio exigente y con grandes posibilidades que requiere compromiso y constancia si se buscan beneficios. Un medio que obliga a cambiar el discurso televisivo y hace correr la información como lo pólvora, para lo bueno y para lo malo. Un nuevo horizonte, nuevas posibilidades.