Todos sabemos que la publicidad alimentaria tiene por objeto motivar al consumo de productos, pero, ¿está todo permitido a la hora de emitir los mensajes?
A menudo, leemos noticias acerca de nuevas normas impuestas a la hora de tratar o emitir anuncios, y la publicidad de alimentos siempre está en el punto de mira. Cada vez más, se están estableciendo normas para frenar el uso indebido de mensajes y regular así todos los comunicados que se hagan, con el objetivo de ofrecer al consumidor final la información más verídica y valiosa posible. Sin embargo, ¿qué se puede hacer cuando los intereses chocan?
Evolución del target publicitario
Si repasamos la publicidad de los alimentos desde sus inicios hasta la actualidad, veremos que esta ha sufrido una clara evolución a lo largo del tiempo y que el público al que se dirige la comunicación ha ido modificándose poco a poco.
En un principio, la publicidad alimentaria estaba enfocada de manera clara a la figura del ama de casa. Las madres eran las encargadas de comprar todo lo necesario para el núcleo familiar y la mayoría de la publicidad se centraba en productos alimenticios dirigidos a este target concreto.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el cambio de roles en la familia, la inclusión de la mujer en el mercado laboral, etc., hizo que la publicidad de los alimentos perdiese una parte de ese foco que tenía sobre el público al que se dirigía y se centrase más en la calidad y garantía ofrecida por la marca del alimento en concreto, ganando así mayor peso la marca en concreto que se comunicaba.
En la actualidad, nos encontramos ante una diversificada publicidad que intenta llegar a todo tipo de audiencias de la manera más eficaz posible, distinguiendo y ofreciendo una gran variedad de productos a sus consumidores. Esta diversificación ha supuesto que dos de los objetivos de la publicidad se hayan visto superpuestos y que a pesar de conceder especial importancia a todo lo que tiene que ver con salud, esta continúe poniendo el foco en llegar a un target infantil al que en muy pocas ocasiones se le ofrece esos productos sanos de los que se habla.
Normas establecidas
Ya en 2021, desde el gobierno, se presentaba un proyecto para prohibir la publicidad de comidas y bebidas insanas, dirigida a menores. Tras su presentación, muchos expertos se pronunciaron indicando que las limitaciones eran necesarias para lograr frenar el sobrepeso y la obesidad infantil. Incluso, el jefe de estudios de la Escuela Nacional de Sanidad en el Instituto de Salud Carlos III Miguel Ángel Royo-Bordonada afirmaba lo siguiente: “Está demostrado que hay una relación causal: cuanta más publicidad, peor alimentación y más obesidad”.
Sin embargo, actualmente el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en este proceso por intentar hacer cambios y disminuir la exposición de los jóvenes, se revela anunciando que rechaza esta prohibición y cree que la responsabilidad debería caer sobre las propias empresas, que deberían ser las que se encarguen de autorregular sus propios proyectos y que esto conlleve una publicidad acorde a productos mejorados.
Con este cambio y revelación por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la norma vuelve a quedar estancada, dejando la responsabilidad y autorregulación de esta publicidad en manos de las propias empresas y sin buscar una solución que beneficie a ambas partes.
Preguntas frecuentes
¿Debería permitirse que la situación quede así? ¿Es posible que una labor con un fin tan relevante, como es la búsqueda de la mejora de la salud en la población y el desarrollo de una actividad económica que genera tantos recursos para la nación, continúe sin tener claras sus limitaciones?
Está claro que no es un tema que esté en nuestras manos y que podamos resolver desde la calle, ya que, para llegar a conseguir una solución que beneficie a ambas partes, esto supondría que una y otra llegasen a un acuerdo, dejando atrás sus puntos de vista e intereses, y optando por un beneficio común.
¿Es posible que la solución pasase por no frenar las acciones publicitarias o de marketing de los medios y que las empresas produjeran alimentos de mayor calidad que permitan aceptar esta publicidad, ofreciendo un producto mejorado?
Así, la publicidad no tendría que contar con unos límites a la hora de desarrollarse, y podría seguir empleándose con los fines actuales. Además, llevando a cabo esta medida la salud de la población, concretamente la de los jóvenes, tampoco se vería tan dañada como están demostrando los estudios o como recalcan los expertos.
Desde evercom consideramos importante estar al día de la evolución de leyes y normativas para poder ofrecer una orientación más precisa a nuestros clientes y adecuar su estrategias de comunicación al momento actual.