Si en las últimas décadas, la comunicación en general ha experimentado una gran revolución, la realizada en el ámbito financiero no se ha quedado al margen. De hecho, su grado de especialización ha sido máximo, teniendo en cuenta las múltiples áreas de actividad y agentes implicados en este sector (ahorro, inversión, pensiones, banca, gestoras, capital privado, etc.).
En este sentido, nos detenemos en el segmento del capital privado (venture capital & private equity), que, según la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (ASCRI), es la actividad desarrollada por entidades especializadas consistente en aportar recursos financieros de forma temporal (3-10 años) a cambio de una participación (mayoritaria o minoritaria) a empresas no cotizadas con elevado potencial de crecimiento. Inyección de capital que se complementa con un valor añadido: asesoramiento ante problemas concretos, credibilidad frente a terceros, profesionalización de los equipos directivos, apertura a nuevos enfoques del negocio, experiencia en otros sectores o mercados, etc. Su objetivo es contribuir al nacimiento y a la expansión y desarrollo de la empresa, que su valor aumente.
Estas firmas, además de recursos financieros y consultoría en la gestión, aportan también reputación a sus participadas. Solo su definición da idea de que su desarrollo precisa grandes dosis de sensibilidad pues son muchos, y de gran calado, los factores que intervienen en este tipo de operaciones. Desde los aspectos legales hasta la generación de confianza en los proyectos, pasando por la estrecha coordinación con las empresas participadas y las particularidades de cada sector de actividad. En la actualidad, entran en juego además los requisitos de lograr un desarrollo socialmente responsable y solidario para salvaguardar la sostenibilidad a largo plazo. Sí, los ASG o ESG, en inglés, tan necesarios y que tanto espacio están ocupando en los medios.
En un contexto como el actual el capital privado refuerza su protagonismo. Aporta recursos financieros allí donde los bancos o el capital actual no puede continuar haciéndolo. Como motor del crecimiento económico y del bienestar social, siempre con criterios de responsabilidad social y sostenibilidad, seguirá impulsando el desarrollo, innovación e internacionalización del tejido empresarial.
Por ello, contar con profesionales cualificados es uno de los primeros pasos para las compañías que operan en este sector, a fin de gestionar en tiempo y forma una comunicación transparente, proactiva y muy, muy sensible con los diferentes stakeholders, a través de una amplia variedad de canales cada vez más sofisticados, incluidas las redes sociales tan asentadas en nuestra sociedad.
Se trata, por tanto, de una labor de pura artesanía. Una planificación impecable de qué, cómo y a quién comunicar en cada fase (los tiempos son muy importantes) es fundamental para proyectar transparencia y confianza en los mercados. Es precisamente en esta misión donde las competencias y experiencia en materia de comunicación financiera se vuelven imprescindibles.
Quienes nos dedicamos a este apasionante mundo de la comunicación y, en paralelo a la de la sociedad, hemos participado de su evolución, hace ya mucho tiempo que nos dimos cuenta que el café para todos no sirve.
En un entorno tan saturado de información, las primeras posiciones se reservan a aquellos que, sabiendo conjugar los múltiples elementos, logran diferenciar bien su relato.
Almudena Aguado | Consultora de comunicación