Arantxa Sánchez Vicario presentó ayer en Barcelona su libro ¡Vamos! ante un nutrido grupo de medios de comunicación, en un acto que no puede ser calificado de rueda de prensa, pues la esencia de esta fórmula está en la posibilidad de preguntar al convocante, algo que ayer no se permitió a los asistentes.
Arantxa sabía que lo que iba a ofrecer a los medios contaba con el gancho informativo suficiente como para que los periodistas aceptaran ver cercenado su derecho más básico, formular preguntas, a cambio de disponer de un producto informativo altamente jugoso: la que probablemente haya sido nuestra mejor deportista de todos los tiempos quebrada y denunciando públicamente lo que vendría a ser una especie de expolio psicológico y económico por parte de sus padres.
Pero el partido se lo llevó Arantxa. Los medios tuvieron su producto, su producto periodístico, que como era de esperar se convirtió en uno de los grandes focos informativos en la jornada de ayer y que todavía coleará a lo largo del día de hoy en el papel, Internet y seguramente en algún que otro telediario. 24, a lo sumo 48 horas de rentabilización del producto a cambio de haber tenido que renunciar a ese derecho profesional a preguntar. En cambio, la redención que Sánchez Vicario obtuvo en términos de notoriedad y publicity para su libro, su producto comercial, será muy superior, se situará entre los top 10 de los más vendidos en la Casa del Libro – que ayer auspició el acto- y en definitiva se traducirá en pingues beneficios económicos para la ex tenista durante mucho tiempo. Set y partido para Arancha.