Decía Séneca que “ningún viento es favorable para el que no sabe dónde va”. Esto deberíamos grabárnoslo a fuego los que nos dedicamos a asesorar a clientes, porque sin una referencia, difícilmente podremos marcar el camino a seguir de la manera más sencilla y eficiente. Para esto, contamos con una poderosa herramienta, que es la consultoría corporativa y que debe ser lo que realicemos antes de diseñar cualquier plan estratégico de comunicación.
Tener clara la actividad y ámbito de acción de nuestro cliente, el análisis del contexto económico y social en el que opera o la definición de sus stakeholders y su relación concreta con cada uno de ellos son solo algunos de los puntos que debemos abordar dentro de la consultoría. Es una labor que, por sí sola, nos marcará el camino que debemos seguir. Para ello, los pasos marcados son los siguientes:
Reunión de primera toma de contacto con la organización: encuentro en el que el equipo consultor debe obtener la siguiente información.
- Definición de stakeholders.
- Problemáticas de la compañía y acciones que se han llevado a cabo hasta el momento para paliarlo.
- Puntos fuertes y débiles detectados hasta el momento.
- Estructura corporativa y definición de responsabilidades por división o unidades de negocio.
- Objetivos de negocio local y a gran escala.
- Misión, visión y valores: ¿están ya definidos?
- Análisis en conjunto de la presencia en medios de comunicación y su huella digital.
Reunión interna del equipo consultor:
- Estudio profundo del contexto en el que se encuentra la organización.
- Elaboración de mapa de riesgos y oportunidades.
- Definición de objetivos de comunicación.
- Realización del plan estratégico con acciones tácticas.
- Plan de medición y KPIs.
En un trabajo de fondo como es el refuerzo de la buena reputación de una marca no debe faltar el trabajo de campo. Solo con él lograremos detectar todos los riesgos a los que se enfrenta, ahora y en el futuro; también las ventanas de oportunidad en las que puede obtener una ventaja competitiva clara. Solamente así conseguiremos que los objetivos de comunicación tengan un sentido y estén alineados con sus intereses de negocio o de influencia legislativa.
Nuestra labor se mide a medio y largo plazo y debemos tener en cuenta muchos actores, muchos canales y múltiples formatos. Necesitamos una hoja de ruta que nos marque cómo canalizaremos la información que fluya de la compañía, porque vivimos un contexto en el que los medios tradicionales ya no son la vía principal para alcanzar a nuestros públicos objetivos, por lo que prepararnos a conciencia debe ser parte del proceso. Nos enfrentamos a más complejidad, aunque también a más retos, y esto hace apasionante nuestra labor.
En definitiva, como la reputación se construye día a día y desde el mismo corazón de las organizaciones, tengamos todo controlado, seamos buenos marineros y mantengamos nuestro faro a la vista para que ningún viento nos sea desfavorable.
Rocío Núñez, directora de cuentas de la división de Comunicación Corporativa y Asuntos Públicos.