Yo quiero tener un millón de amigos

Twitter doggy

Año 1985. Johnny, el capitán del equipo de béisbol del instituto, aparca su descapotable, viste zapatillas de marca y paga el almuerzo con un billete de los grandes. Las 10 animadoras del equipo le siguen a todas partes y todas sueñan en ir con él al baile de fin de curso. Sí, Johnny es popular.

Año 2012. Juan, bloguero  experto en software y programación, enciende su iPad, se conecta a su cuenta Premium de Spotify y descarga las aplicaciones más punteras desde iStore. Sus 20.000 followers escuchan y responden sus comentarios, y sueñan con tener retweet a uno de cada diez. Sí, Juan es popular.

Las redes sociales han dado la vuelta al concepto de la popularidad. Primero fue saludar en la radio, después ganar Gran Hermano. Ahora, la mayor muestra de fama es ser trending topic. Que se lo digan a Sara Carbonero

La popularidad online ya es tan valorada que se está explotando como negocio.  Muestra de ello es la proliferación de servicios de venta de amigos, seguidores o followers, por un precio de unos 20 dólares por cada 1.000 usuarios. Estas compañías suelen basarse en la reciprocidad de los usuarios de redes sociales como Twitter, como por ejemplo seguidoresentwitter.com.

Al solicitar el servicio, temporalmente toman prestada la cuenta a la que añadir seguidores, desde la que comienzan a seguir a un listado de usuarios seleccionados por su elevada probabilidad de hacer “followback”. Así hasta alcanzar la cifra de nuevos seguidores contratados. La cuenta habrá engordado en seguidores, aunque el usuario también estará siguiendo a otras tantas. La técnica está tan consolidada que no es complicado encontrar por ahí listados de usuarios que hacen “followback”.

followersOtras, como comprarseguidores.net, emplean otro sistema que consiste en crear multitud de perfiles falsos desde los que seguir a todos aquellos que contratan sus servicios. No hace falta proporcionar claves de la cuenta ni seguir a nadie más, pero los nuevos seguidores no serán usuarios activos. Cabe preguntarse hasta qué punto estas técnicas aportan verdadero valor cualitativo a una cuenta de Twitter. Tener miles de seguidores puede dar la sensación de que una cuenta es popular, pero eso no implica que sea influyente.

Otra muestra del poder de las redes sociales es el uso de los tweets o posts de faceboook como moneda de cambio para la compraventa de productos. Pay With a Tweet permite comprar y vender online utilizando el potencial de las redes sociales. Puede utilizarlo cualquier producto en venta en una web, como un e-book, un vídeo, una canción o un cupón descuento. Pulsando el botón Pay With a Tweet, se envía un tweet o un post de facebook hablando del producto, a cambio de obtener una descarga gratuita del mismo. De este modo, el propio usuario se convierte en prescriptor y multiplica entre sus contactos la difusión del artículo sin coste alguno para el fabricante. Según la plataforma, a día de hoy más de 400.000 personas han pagado algo con un tweet.

Y cómo no, los tweets y retweets también están a la venta. Los de las celebrities son los más cotizados, aunque también pueden encontrarse plataformas web que venden 50 retweets por el módico precio de 20 dólares. Al ritmo al que está creciendo el poder de las redes sociales, quizás algún día paguemos con tweets en comercios, cines o restaurantes. “¿No tienes suelto? Venga, un tweet y quedamos en paz”.

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