Las necesidades son las que son. Contrario a lo que muchas voces dicen, la publicidad no genera necesidades nuevas, no inventa categorías. Nuestros ancestros necesitaban alimentarse, comunicarse, entretenerse… ¿Te suena? ¿Dirías que son las mismas de nuestros días? Sí, ¿verdad?
Estas son cuestiones básicas que han ido evolucionando conforme la sociedad iba virando sobre el eje de la industrialización y el avance de la tecnología. En este sentido, la publicidad y el marketing solo se encargan de dar a conocer fórmulas que responden y resuelven las necesidades de la población en aras de la satisfacción y la plenitud. No crea. Ese poder divino no aplica a la realidad del sector…
Desmitificando la figura del publicista «vende humos»
Haciendo un ejercicio de autocrítica, es cierto que en los inicios de la profesión, éramos nosotros mismos los que encontrábamos cierto gusto en posicionarnos cercanos a la magia y a ese olimpo celestial al que era difícil acceder. Un branding con el fin de empoderar nuestra figura y que hoy estamos “pagando”.
La sociedad actual mira con cierto recelo la publicidad, precisamente por ese status heredado de ser capaces de vender cualquier cosa distrayendo de la verdad. A pesar de esta fantasía de mediados del siglo pasado, lo cierto es que ahora mismo hay poco truco. No solo por la aparición de los órganos reguladores del sector, sino porque la sociedad así lo exige. Las personas reclaman honestidad y transparencia, tanto en la comunicación como en los fines y procesos de las marcas. Hoy en día, un resquicio dudoso en cualquier parte del proceso de la compañía puede ser letal. Por ello, la publicidad no puede arriesgarse. Ya no vale todo. Ahora solo vale lo que vale.
¡No hagas caso, eso es puro marketing!
¿Cuántas veces hemos oído esta expresión? Es cierto que vivimos en una sociedad de consumo. Juntos hemos creado una rueda alimentada de productos y servicios que pelean por diferenciarse en el maremagnum de la oferta y la demanda. Diferenciar, ese es el papel de la publicidad y el marketing en la sociedad de consumo. El principio básico es identificar una necesidad para resolverla.
La globalidad de los mercados, de la información y de las mentes es el reto de las marcas que bombardean nuestras comunicaciones digitales, intentando hacerse hueco en una sociedad exigente, crítica y que no deja lugar al fallo. Debido a ello, la publicidad en esta sociedad de consumo no puede ser más que honesta y transparente.
Ciencia ficción: ciencia sí; ficción…algo, pero sin engaños.
La publicidad ancla sus pilares en principios científicos: la neurociencia y la psicología son las herramientas que sostienen las estrategias. A partir de aquí, se construyen mensajes, imagen de marca, posicionamiento… Un universo de comunicación y notoriedad con el fin de amplificar los beneficios y ventajas de productos y servicios. Todo ello aderezado con un poco de ficción y de aspiración, al fin y al cabo, de deseo.
La atracción y la seducción es lo que marca la diferencia. Podemos conquistar al cliente por ideales, por status, por calidad o por precio. Son diferentes formas de enamorar. Pero como en toda relación, si detrás de esas intenciones no hay un trasfondo y una promesa cumplida, la alianza está abocada a la ruptura. Por ello, el magnetismo del charm está permitido, pero solo si está respaldado por una verdad casi universal.
Bandera blanca: la publicidad, el partner in crime para la sociedad de consumo.
Vivimos en una era donde lo “mucho” abunda: la información, las etiquetas y etiquetados, las marcas, las opiniones… La multipantalla nos atrapa con códigos nuevos que debemos integrar e interpretar. Y es aquí donde los profesionales del sector debemos sacar bandera blanca, acercarnos a la sociedad con un alegato que deje claro que estamos de su lado y reconquistar nuestro territorio: el de la comunicación.
Ahora nos toca a nosotros, a los profesionales, contar las ventajas y los beneficios de nuestra labor en la sociedad de consumo y convertirnos en la referencia de confianza de los usuarios. Debemos reeducar a la población en esta nueva era de la publicidad, con fines honestos y transparencia en los mensajes, adaptándolos a las necesidades. Y todo ello, no hace que en evercom nos olvidemos de apoyarlo con una estética visual atractiva y sugerente, pero sin perder el foco en que solo es para diferenciar y segmentar a los públicos de cada producto, marca o servicio. Nunca para maquillar realidades.