De los creadores de “explícale a tu abuela a qué te dedicas” llega “fases del proceso creativo”. Ese creative journey en el que los y las profesionales pasan por todos los estados de ánimo y las 4 estaciones de Vivaldi se quedan pequeñas. ¿Por dónde empezar? Hablemos del proceso como tal.
El Briefing
El primer paso es recibir el brief, un documento donde el cliente expone de manera clara las necesidades o el problema de la marca y lo que le gustaría destacar. Y donde el creativo o creativa debe preguntar todas sus dudas hasta las más obvias. Esta sería la versión resumida, ¡la pera limonera, vamos!
En ocasiones no hay brief y esto es como cuando quedas con una amiga para cenar, ella te dice que le da igual, tú le propones sitios y de repente ella empieza a poner peros. Entonces igual, igual, no le daba. Es mejor, dedicarle unos minutos para reflexionar y así llegar a buen puerto y a mejores ideas.
La investigación
Lo siguiente es la investigación. Como si de Gloria Serra se tratase, el o la creativa comenzará la búsqueda a las profundidades de la marca. ¿Qué campañas han hecho en su trayectoria? Un spot, cuñas, campañas digitales en redes, colaboraciones con influencers, acciones en la calle, una campañita de lonas. Como puedes ver, hay un montón de acciones que se han podido llevar a cabo. Por otro lado, hay que fijarse en cómo es su comunicación, tanto a nivel visual como verbal. Ahí te darás cuenta de a qué público se están dirigiendo y qué es lo que pretenden transmitir.
De ahí pasamos al stalkeo de la competencia. ¿Qué han hecho otras marcas? Y aquí cada creativo/a tiene su propio estilo. Para Gaspare Messina, nuestro Director Creativo, es un proceso de descarte donde se eliminan los caminos por los que haya pasado la competencia y las palabras clave ya usadas.
Sin embargo, también podemos intentar ordenar la forma en la que partieron de una idea y la fueron desarrollando. Cada persona deberá buscar la fórmula que mejor le funcione.
El boceto
Pasamos al momento de bocetar. Esta fase es como la escena del Joker en la que empieza a reírse frente al espejo y acaba llorando y riendo a la vez. Porque no solo hay que enfrentarse al lienzo en blanco, sino también a nosotros mismos/as. Y eso es un proceso solitario, donde cuando no te salen las ideas te sientes la peor creativa, la peor hija, vecina o accionista de la bolsa de Wall Street (sin ser tú nada de eso).
Be water my friend. Es decir, fluye y no te juzgues. Haz, escribe, pinta, empapela tu casa de post-its. Haz lo que tengas que hacer, pero saca esas ideas. Esto es un boceto, no una obra de arte, no tiene que ser perfecto. ¡Así que fuera presiones!
Otra recomendación es salir del “hasta que no me salga una idea buena no me levanto”. Primero, esta profesión está hecha para disfrutarla, así que no te fustigues. Y segundo, ponerse un horario hará que nuestra salud emocional y nuestras ideas lo agradezcan y así salir eufóricas de esta fase.
El aterrizaje de ideas
Hemos llegado a la última parada, la bajada de las ideas. Todo empieza a cobrar forma, cuerpo, tono o imagen. Y con la ayuda de todo el equipo creativo comenzará a nacer la propuesta. Esta es la parte más gratificante. Te sientes como la intérprete de signos de la actuación de Rihanna en la Super Bowl: imparable.
Ser creativa es, en muchas ocasiones, ir en una montaña rusa de emociones e incertidumbre. Por eso, cuando salgas de la oficina desconecta y vive. Empápate de pelis buenas o de la Isla de las tentaciones, hacer escalada o ganchillo. Lo que quieras, haz un break con tu trabajo y eso te servirá para oxigenar el cerebro.
Y esto es casi todo, amigues. Porque si a esto le sumas el poder trabajar con un equipo que confía en ti y en tu talento, en el que puedes ser realmente tú y con el que creces cada día, entonces estarás frente a la versión pro-super-mega-ultra-plus del proceso creativo.
Señoras, señores, agárrense, porque el equipo creativo de Evercom no ha hecho más que despegar.
