Es la red social de moda. La que nos inunda a diario en los medios. La que usan Obama, Pérez-Reverte, Álex de la Iglesia, Buenafuente, Piqué y Kaká. Son muchos los que la conocen y cada vez más los que la utilizan.
2010 fue el año de despegue de Twitter en España, los datos de Nielsen muestran un crecimiento fulgurante: casi duplica la cifra del año anterior, al alcanzar los 2,8 millones de usuarios.
Los medios de comunicación, tanto online como convencionales, han tenido una gran responsabilidad en ese crecimiento: han comenzado a dar espacio en sus noticias a las alertas que genera Twitter, casi al mismo nivel que Facebook. Las celebridades (en su más amplia definición) también han puesto de su parte con anuncios sobre asuntos profesionales y personales, muchas veces saltándose el procedimiento de contrastarlo con su oficina de relaciones públicas (¡Ay Bisbal!).
Una búsqueda en Google noticias, sin rigor científico pero orientativa, nos ofrece una perspectiva de la importancia reciente de Twitter:
-Resultados para Twitter en la última semana en noticias: 77.800 resultados.
-Resultados para Facebook en la última semana en noticias: 98.841 resultados.
“La noticia llega antes por Twitter que por la agencia EFE…” “A la gente no le interesa el discurso que Obama dará esta noche, quiere saber lo que está pasando…”
Son reflexiones de periodistas con amplia experiencia. Las redes sociales, y en especial Twitter por su instantaneidad, alteran el proceso del mensaje periodístico y es la propia plataforma la que no solo ofrece visiones de la noticia, sino la fuente que la genera y la que en muchos casos actúa como vox populi que juzga implacable la actualidad: Twitter es la noticia en sí.
El periodista del siglo XXI se ha convertido en un ser todoterreno, capaz de luchar contra EREs, escribir online y en papel, recopilar material audiovisual, etiquetar noticias y buscarlas en Twitter. En la comunicación actual el periodismo es un oficio extremo y se va a enfrentar a ciertos peligros en Twitter como la aparición de topics interesados o al servicio de alguna campaña, o los perfiles falsos que generen rumores no contrastados.
Existe un lado positivo y es que los tuiteros más activos defienden el buen uso de la plataforma con total transparencia, cada uno de esos usuarios se erige en un “defensor del lector” particular que ama su plataforma. La parte menos agradable es la que viven algunos usuarios y marcas que no están dispuestos a encontrarse con la crítica de la calle, aquella que muchas personalidades y organizaciones conocen, pero chocan de lleno con ella cuando les cita de modo directo en la red social.
James Franco, Andreu Buenafuente o Andrés Calamaro son algunos ejemplos de celebridades que han abandonado de forma definitiva o temporal la red, bien cansados de críticas desproporcionadas, bien saturados por el volumen de diálogo o aconsejados por su entorno profesional.
Del mismo modo muchas compañías se enfrentan a posibles crisis motivadas por críticas masivas de usuarios, aquellas que que reciben un mayor número de reclamaciones como el sector telecomunicaciones, aerolíneas o gran consumo deben hacer un uso inteligente y proactivo de de la red y prever escenarios de crisis, pero nunca censurar el diálogo responsable. Muchas veces es peor el caso de compañías que simplemente están y generan mensajes automáticos sin atender a las necesidades reales de sus públicos.
Tanto en el caso de celebridades como en el de compañías es recomendable la coordinación de la comunicación en Twitter y otras redes con un departamento de comunicación y relaciones públicas, para hacer una comunicación efectiva y atender grandes demandas de diálogo.
Quedan dudas en el aire sobre su progreso en número de usuarios activos (o reales), su crecimiento en España y si, como dice John Negroponte, tiene un futuro efímero o si por el contrario Twitter seguirá siendo noticia durante mucho tiempo.