Hace unas semanas tuve la oportunidad de asistir a la Jornada de Enerclub: “La Transición Energética y el Empleo”. Dicho encuentro contó con la presencia y participación de la Ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, Magdalena Valerio, y de la Ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.
Fue una cita con un claro enfoque social que contó con la colaboración activa de diversos actores de la administración e instituciones y donde quedaban representadas muchas de las voces que forman parte del debate abierto en torno a la transición energética.
“Transición energética” entendida en un modo imperativo, pero que al mismo tiempo busca su espacio en el tiempo, de manera “justa”. De ahí, el término, acuñado tras la celebración de la COP21 en París; “transición justa”.
2017 ha sido un año de continuo impulso de la transición hacia una economía con menores emisiones de CO2 a nivel mundial; nos hemos comprometido con ello. Pero no cabe duda de que durante el pasado año han influido una serie de factores que han ralentizado la consecución de los objetivos marcados o, dicho de otra manera, hemos bajado el ritmo y las emisiones no solo no disminuyen, sino que aumentan. Según el BP Statiscal Review of World Energy 2018, el consumo de energía primaria en España continuó la tendencia de crecimiento iniciada en 2015, incrementándose un 1,8% frente al año anterior y en 2017, el consumo de carbón fue el que mayor incremento registró con un 28,5%, seguido del gas natural que alcanzó según el informe el 10,2%. Para entender esta excepcional situación hay que echar la vista atrás y sacar a colación las sequías y la reducción considerable del consumo de energía hidroeléctrica del 49% en nuestro país.
Es en este punto en el que quiero enlazar con uno de los debates de la citada jornada: “Oportunidades y desafíos de la transición energética para el desarrollo económico y social desde la perspectiva territorial”. Merece la pena hacer una reflexión sobre el papel del carbón, como fuente de energía, especialmente en el norte de nuestro país donde el carbón es, además, fuente económica y laboral. María Belarmina Díaz Aguado, Directora General de Minería y Energía del Principado de Asturias, habló de la necesidad de una transición más armonizada teniendo en cuenta una evolución algo incierta del mix energético. Una interesante reflexión de cara no solo a cuestiones ambientales si no laborales.
Por su parte, al término de la jornada, Teresa Ribera manifestó su intención de trabajar en proyectos de “reconversión bien diseñados e integrados en el desarrollo territorial” con el objetivo de garantizar “el empleo a medio y largo plazo”. Además, la Ministra anunció los denominados “contratos de transición”, como herramientas fundamentales en el marco de la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética.
En definitiva, estamos ante una transición imperativa, con un mix energético que continúa abierto al debate, pero con unos objetivos de aplicación claros y con un enfoque “justo” para llevarlo a cabo, en España y a nivel mundial. Estaremos vigilantes ante las posibilidades de un momento que, confiamos, genere crecimiento y trabajo de calidad.
Amalia Macías | Directora de cuentas en la División Corporativa y Asuntos Públicos