Yo de mayor quiero ser… relaciones públicas

comunicaciones

relaciones publicas

Cuando le preguntas a un niño qué quiere ser de mayor, esperas obtener como respuesta alguna profesión emocionante como aviador o explorador, artística como cantante o bailarina, social y ruidosamente reconocida como futbolista o actor, o, incluso, con un alto nivel de heroicidad como bombero o médico.

Probablemente, en unos años, los niños soñarán con ser community manager, pero aunque pase el tiempo, es difícil imaginar que alguno de ellos pueda decir: “yo de mayor quiero ser relaciones públicas”.

Y no es porque no sea una profesión apasionante, que lo es, sino porque integra infinidad de profesiones en una, haciendo que de esa unión surja un perfil algo desconocido, intrincado y constantemente mutante.

El relaciones públicas es un asesor en comunicación que, partiendo de cualquier hecho, idea o pensamiento, diseña la estrategia que permitirá transmitirlo –o, en ocasiones, esconderlo- de la  manera más efectiva. Así, este consejero se encarga de elegir los mensajes que se deben comunicar a cada público, de identificar los canales más efectivos para hacerlo y de determinar qué herramientas van a ser las más adecuadas para que esa información llegue a su destino.

Se podría decir que el relaciones públicas es como un estilista, porque tiene que coger diferentes prendas, piezas y complementos y combinarlos de una forma u otra para proyectar la imagen que en ese momento se desea, ya sea formando un estilismo elegante y discreto, ya sea buscando un look escandaloso y extravagante.

Otras veces se parece a un psicólogo, porque pasa buena parte de su tiempo escuchando las preocupaciones de un tercero, le ayuda a ordenar sus problemas, le recuerda cuáles son sus fortalezas y le anima a presentarlas de manera seductora para que alguien acceda a prestarle ese apoyo que le permitirá remontar el vuelo. Si, como psicólogo, no logra que su paciente encuentre apoyo de un tercero,deberá convertirse en maquillador para tratar de camuflar ese problema. Y si, en un caso extremo, el maquillaje no basta, de maquillador pasará a ser mago para intentar que el problema desaparezca ante los ojos del público.

El relaciones públicas también es bombero, porque trata de apagar aquellos fuegos que han prendido a causa de un rumor, de una filtración, de una opinión compartida…médico, porque tras revisar el estado de las diferentes partes, lanza su diagnóstico y prescribe lo que hará que esa enfermedad, en caso de que exista o de que aún sea curable, desaparezca. Y, por supuesto, poeta, porque es imprescindible que sepa decir lo que se tiene que decir de una manera armoniosa, amable para los oídos y siguiendo el ritmo adecuado.

Por si fuera poco, ahora, con la revolución online y la irrupción de las redes sociales, el arte de las relaciones públicas se ha tenido que reinventar. El relaciones públicas de hoy es ese community manager en el que algunos niños ya sueñan, es el relaciones públicas de los Facebooks, de los Twitters, de los LinkedIns, de los Flickrs… es el relaciones públicas que hace, además, de blogger. Es, en definitiva, un asesor de comunicación que tiene ante sí un campo de visión mucho más amplio gracias a Internet y que no puede dar la espalda a la infinidad de fórmulas que existen para llegar a un público interconectado y que es más influyente que nunca.

Recapitulemos, el relaciones públicas es asesor, es community manager, es estilista, es psicólogo, es bombero, es médico, es mago, es poeta… ¿Quién va a querer, así, ser futbolista?

Compártelo