¿Silicon Valley no hace ‘lobby’ en España?

Silicon Valley

Es innegable el éxito del modelo que se ha ido construyendo en las empresas surgidas de esa gran incubadora en que se ha convertido Silicon Valley. Start-ups centradas en su mayoría en el sector online, con equipos jóvenes y talentosos (directivos en su mayoría millennials) y una visión perspicaz de lo que el mercado, y por ende, el consumidor va a necesitar antes incluso de que exista dicha necesidad. Un modelo muy americano de hacer negocios: la enésima reinvención del American Way of Life.

Lo curioso de estas nuevas empresas, que tienen total facilidad para expandirse como la espuma entre continentes, países y culturas, es que en ocasiones tienden a tratar a sus clientes y usuarios bajo el consabido ‘pan para todos’. Si bien como consumidores compartimos las formas de hacerlo, el marco en el que consumimos es bien distinto.

Dos claros exponentes de este tipo de empresas son Airbnb y Uber. Dos empresas de sello norteamericano que están revolucionando la experiencia del usuario a la hora de viajar y desplazarse. Y dos empresas que parecen no haber entendido que su expansión, en países como España, va más allá de abrir una oficina.

 El ‘bloody summer’ de Airbnb

Airbnb logo

Airbnb (San Francisco, 2008, US) protagonizó titulares día sí y día también durante el pasado verano por las protestas de los vecinos de varios barrios de Barcelona ante el descontrol en la regularización de apartamentos turísticos sin licencia. Muchos de estos apartamentos particulares se ofrecen en su web. Un portal donde el usuario puede alquilar por días apartamentos privados que no sólo no están inscritos en el registro de viviendas turísticas de la ciudad, sino que además, no contemplan el pago del euro diario de tasa turística aplicado en la ciudad condal. Siendo un poco cínicos, de hecho, parece que este último punto ha afectado mucho más que los posibles riesgos de salud, higiene y saturación que conlleva alquilar un apartamento a un desconocido.

En este sentido, los pasos parecen lógicos: ¿Airbnb no pensó nunca en reunirse con la Generalitat a través de la Agència Catalana de Turisme para preparar su llegada? Explicar su modelo de negocio, encontrar fórmulas que permitan ‘comodidad’ legal y fiscal por ambas partes, y por tanto, una convivencia tranquila que evite la guerra mediática y esas inestabilidad constante en la que parece vivir Airbnb en Barcelona ante su posible prohibición?. La respuesta de la empresa ha sido fortalecer su imagen positiva respecto a lo que aporta al entramado económico y social de la ciudad. Es más, si entras en su sala de prensa virtual, sólo recogen impactos ‘positivos’ en medios…como si el verano de 2014 no hubiera tenido lugar. Parecen olvidar los 30.000 euros de multa impuestos por la Generalitat.

Uber, más grande que Repsol

uber logo

El caso de Uber (San Francisco, 2009, US) guarda similitudes con el anterior, pero con un cariz mucho más agresivo si cabe. Acabamos de conocer que es una de las compañías más valiosas del mundo después de una nueva ronda de financiación y está creciendo a un ritmo vertiginoso. Un perfil empresarial que hace pensar en una estructura sólida de lobby en cuanto a sus relaciones con las administraciones públicas, instituciones y grupos de poder. Sobre todo, por entrar en competencia con un sector tan ‘guerrero’ como el gremio del taxi. La empresa supone una alternativa a los tradicionales servicios de taxis: el usuario puede reservar un servicio de desplazamiento particular privado mediante una aplicación. ¿El problema y la queja del gremio? Pues que como ya ocurriera con BlaBlaCar, este servicio no tiene regulación alguna oficinal. Cualquier persona particular con un coche puede convertirse en chofer privado. De nuevo, esta falta de cultivo previo del terreno parece tener consecuencias desastrosas inminentes, como el anuncio de la Generalitat de inmovilizar todos los vehículos asociados a Uber a partir de 2015.

Las previsiones de compra de bienes y servicios online para 2015 suponen ya un 30% del consumo mundial. Es innegable el gran valor de las empresas que entienden el modelo, pero el consabido think global, act local sigue siendo una premisa máxima. Una lección que Silicon Valley parece estar olvidando.

José Luis González, Barcelona Office Manager

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