Redes sociales e influencers: nuevos aliados de la comunicación financiera
Vivimos en la época de la sobreinformación, las Fake News y la hiperconexión, por lo que hoy más que nunca resulta fundamental adoptar una visión crítica ante cada una de las informaciones que recibimos por diferentes vías. Y más cuándo se trata de temas tan delicados como los que atañen al ámbito de las finanzas personales.
La inmediatez y los formatos sencillos y usables que fomentan las redes sociales no dejan mucho margen para la profundidad de los contenidos ni para proporcionar información detallada sobre los riesgos de determinadas inversiones, sean criptomonedas, fondos de inversión o cualquier otro producto financiero, lo que puede suponer un problema añadido cuando hablamos del control de nuestras finanzas.
Pero no es menos cierto que nos encontramos en un escenario que fomenta la democratización de los contenidos y el acceso a los mismos, lo que implica también una contribución notable al desarrollo de la educación financiera a nivel general.
Distinguir contenidos de calidad
En las redes sociales abundan publicidades engañosas e influencers con mucho gancho, pero dudosa credibilidad, que prometen hacerte rico en diez clics o publicitan la rentabilidad de productos, sin mención alguna a los riesgos (normalmente muy altos) de esos activos.
A la hora de seleccionar qué contenidos podemos verificar como de calidad, existen dos mantras muy populares en el ámbito de la inversión, que mantienen plena vigencia cuando se trata de revisar la información que recibimos a través de las redes sociales y los denominados fininfluencers:
- Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras: Que un producto haya sido rentable en el pasado no implica que lo sea en el futuro
- A mayor rentabilidad, mayor riesgo: Nadie da duros a pesetas y, normalmente, el rendimiento de un activo financiero suele ir vinculado a su riesgo y volatilidad. Warren Buffet, el gran gurú de Wall Street, lo resume de forma muy clara en siete palabras: “nunca inviertas en nada que no conoces”.
Un medio para mejorar la comunicación
Desde el punto de vista corporativo, en este escenario, cualquier compañía que se precie, dentro de la industria financiera, no debe desdeñar las redes sociales como un elemento central de su estrategia de comunicación. Pero las redes sociales no pueden convertirse en un fin en sí mismo, sino en un medio:
- por el que mejorar la comunicación con sus clientes,
- con el que llegar a un target de potencial cliente al que, de otro modo, tendrían un acceso muy complicado.
- mediante el que proyectar historias inspiradoras que enganchen con el cambio de conducta que están experimentando los consumidores a nivel global.
Aspectos legales: ¿regularización de contenidos financieros?
Los órganos reguladores y supervisores se han puesto manos a la obra para controlar que se separe información o comunicación (asertiva y objetiva) de la publicidad, que exige una regulación específica para estos nuevos formatos sobre productos y servicios de inversión.
En noviembre de 2020, el BOE publicó la Circular 2/2020, de 28 de octubre, de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, que especificaba la necesidad de establecer medidas de regulación y supervisión adecuadas para asegurar que la publicidad es clara, suficiente, imparcial y no engañosa, subrayando las diferencias entre información y publicidad a la hora de comunicar, desde cualquier canal, sobre cualquier producto de inversión desde el ámbito del continente (el formato), como del contenido (los mensajes e ideas).
El boom que han experimentado las criptomonedas en los últimos meses, un producto no regulado y con el que existe la posibilidad de perder todo lo invertido, adquiriendo una popularidad pasmosa entre determinados perfiles y nichos de edad, no ha hecho más que reforzar el control por parte de los reguladores para fomentar contenidos veraces, comprensibles y no engañosos, en los que siempre se visibilicen los riesgos asociados a ellos.
En definitiva, las compañías deben contar con las redes sociales y con los influencers, como figuras de autoridad en este ámbito, para ayudar a fomentar la educación financiera, hacer llegar su mensaje, aprovechando el poder que otorga la omnicanalidad, y adaptarse así a los hábitos de las nuevas audiencias cada vez más digitalizadas.