El sector se compone por un amasijo de 122.673 empresas, de las que sólo el 0,6% cuenta con una plantilla de más de 50 empleados, mientras que el resto trabaja como autónomos o con equipos formados por no más de dos o tres profesionales. Sin embargo, estas pequeñas entidades logran superar muchísimas barreras, desempeñando un sinfín de actividades culturales claves para nuestra sociedad.
La vida pre-pandemia vislumbraba una tímida recuperación después del 2008, pero el estallido de la crisis devolvió al sector a la casilla de salida. Sin embargo, el nuevo escenario pandémico, que llevó a la desaparición de la cultura de sus espacios habituales -los patios de butacas, las galerías o las salas de conciertos-, ha supuesto un reto superado, como explica Jazmín Beirak, portavoz de Cultura de Más Madrid: “La cultura se esté poniendo las pilas y haciendo de la necesidad virtud”.
Es así como, en un panorama negro y desolador, la cultura se coló por las rendijas de los hogares, convirtiéndose en un bálsamo para superar un estado de aletargado confinamiento. Podemos afirmar así que la cultura ha conseguido reafirmar en plena crisis el sentimiento de pertenencia a una comunidad, subrayando sus valores y manteniendo despierto el apetito para la subida del telón que, con aforo limitado, ya es una realidad para teatros, cines, museos y algunos festivales supervivientes.
Como bien aboga David Márquez de la Leona, politólogo y gestor cultural: “la cultura ha conseguido convertirse en esta crisis sanitaria en parte de la solución”, reencontrando al público a través de una pantalla, mostrando esperanza, acompañamiento y solidaridad. El COVID-19 nos ha hecho entender el deber y el valor de la cultura, -dado por hecho y muy estereotipado-, viendo como la respuesta unánime de responsabilidad y compromiso hacia un público trasformado en humanidad ha hecho que salgamos fortalecidos de todo el proceso.
Hablando ya de una audiencia cada vez más digital, -algo que han vivido a su vez todos los sectores sin excepción-, el sector cultural ha mostrado durante los meses de confinamiento formatos de mejor calidad, superándose a sí misma, democratizándose y entendiendo la cultura desde su capacidad unificadora, regeneradora y transformadora.
Cultura como fuente de riqueza
Que no se nos olvide, la cultura es la primera sufridora, pero también la protagonista indiscutible para enfrentar el reto de la recuperación.
En este sentido, si bien los mensajes enviados desde la gestión cultural han sido pesimistas y bastante catastrofistas ante la implacable incertidumbre, la cultura debe ser puesta en valor ante la sociedad y los poderes públicos como fuente de riqueza económica y social, innovación, creatividad, patrimonio y cohesión y, por todo ello, además de por su especial vulnerabilidad, debe ser protegida.
Es así como, después de semanas de reuniones y respuestas largas por parte del Ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, el pasado 2 de junio, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó la resolución de la subsecretaria del Ministerio de Cultura y Deporte por la que se convocan las ayudas para la acción y la promoción cultural correspondientes al año 2020, dotadas con 2.040.000 euros.
Las ayudas se dirigen a los profesionales inscritos en el régimen especial de trabajadores autónomos, pequeñas empresas y microempresas, tanto de nacionalidad española como de cualquier Estado miembro de la Unión Europea o de los Estados signatarios del Acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo y que tengan residencia fiscal en España.
De hecho, Rodríguez Uribes ha comprometido su “voluntad de hacer real la consideración como bien fundamental que a este Gobierno le merece la cultura, con la consiguiente protección de sus recursos económicos”, recordando que “la voluntad política es creíble en la medida en que va acompañada de respaldo presupuestario”. “Estamos dispuestos a romper con ese pasado pacato con la cultura y traducir nuestras convicciones a realidades, como ya hemos demostrado, de hecho, con las medidas adoptadas en respuesta a la crisis”, ha declarado en rueda de prensa este mes de junio.
Ha sido una lucha ardua y un escenario complejo el que ha tenido la cultura en esta pandemia. Han jugado con la incertidumbre, como todos, pero sobre todo el sector se ha visto relegado ante otros actores que eran prioritarios. En la otra cara de la moneda la cultura sin embargo ha sabido reformularse en un escenario digital, convirtiéndose en un actor más del cambio hacia esta nueva normalidad.
Hoy la reapertura tímida, el miedo del espectador y las ayudas que, por supuesto, serán insuficientes vuelven a poner en jaque a profesionales decididos y dedicados que constituyen una fuente inagotable de inspiración por esa lucha feroz que emprenden para asegurar su propia supervivencia.
Noelia Barrientos| Ejecutiva de cuentas en Evercom