Cuando escuchamos en la prensa hablar de los mercados o nos plantemos invertir en Bolsa, todos pensamos en grandes compañías como Inditex, Telefónica o Banco Santander. Estos gigantes, que juegan en ‘la liga de los grandes’, componen el Ibex 35, en el que se agrupan empresas potentes que, en su mayoría, tienen una gran proyección internacional, cuentan con miles de empleados y arrojan unas cuentas de resultados con números mareantes. Pero más allá del Ibex 35 existen otros mercados, algo más modestos, y desconocidos para el gran público, en los que tiene cabida otras muchas pequeñas y medianas empresas ávidas de financiación.
Es el caso del MAB (Mercado Alternativo Bursátil), que nació en el año 2006 siguiendo el modelo de otros mercados de similares características creados en Alemania, Reino Unido y Francia con la intención de convertirse en un mercado a medida de las pymes, para que encontraran en este foro acceso a financiación.
El MAB fue concebido para albergar a pequeñas y medianas compañías, bien gestionadas y con un plan de negocio consistente a medio y largo plazo con el que se tienen que ganar la confianza de sus potenciales inversores. Suelen ser empresas centradas en sectores punteros o innovadores y que encuentran en este mercado el acceso a la financiación que necesitan para desarrollar de forma exitosa su negocio.
La notoriedad del MAB y de las compañías que cotizan en él ha sido más bien limitada, de modo que casos como el de Gowex han puesto en tela de juicio la reputación tanto del mercado como de las compañías que lo forman. No obstante, este caso se trata sólo de algo puntual. No cabe duda de que el MAB está en sus comienzos y viendo el interés de las pymes por obtener financiación alternativa, tiene por delante un largo recorrido si tomamos como referencia el funcionamiento de este tipo de mercados en otros países.
Al calor del MAB, en 2013 nació el MARF (Mercado Alternativo de Renta Fija), pensado para todas aquellas pequeñas y medianas empresas que buscaban financiación, pero a las que el mercado tradicional se les quedaba ‘demasiado grande’. Nació como una fuente alternativa de financiación ante la escasez de crédito por parte de las entidades bancarias durante la crisis, un aspecto fundamental si tenemos en cuenta que, hasta la fecha, en España la financiación no bancaria apenas representa el 20% del total, mientras que en otros países como Francia y Alemana alcanza el 50%.
Las señas de identidad del MARF son muy claras: requisitos de acceso más flexibles, mayor agilidad en las emisiones, simplificación de los trámites y un menor coste. En su primer año de vida, ya han acudido a este mercado nueve empresas, lo que supone una primera toma de contacto interesante para que se convierta en la gran alternativa de financiación para las pymes españolas.
En un escenario como el actual con limitaciones a la financiación bancaria, las empresas tienen que buscar alternativas para sus negocios. Y el MAB y el MARF son dos opciones muy a tener en cuenta. Además de obtener fondos para sostener la expansión de la empresa, les dará publicidad para potenciar su prestigio y la imagen de marca. En este sentido, las empresas que dan ese paso abren otra puerta más allá de la financiación. Una comunicación eficaz de su cotización en el mercado les dará un valor añadido siempre que logren transmitir transparencia y ganarse la confianza de los inversores.
Rodrigo Prieto. Ejecutivo de cuentas en la División de comunicación financiera