En cualquier esfera de nuestra vida, todo aquello que hacemos impulsados por un propósito específico, no sólo cobra más relevancia, sino que además obtiene resultados más positivos y beneficios más duraderos. Puede, por ejemplo, ser una carrera profesional con propósito. Puede, por qué no, ser un viaje con propósito. Incluso hay quienes se atreven a definir un propósito vital. ¿Y qué pasa con las marcas? ¿Puede una marca tener propósito? No sólo puede, sino que debe.
Entendemos por propósito de marca la razón de ser de ésta. No deja de ser una visión aspiracional, idealista, de lo que la marca quiere ser. Mientras que el ‘qué’ son los productos o servicios que la marca ofrece, el ‘porqué’ es el motivo por el que ésta existe, más allá del beneficio económico de la propia empresa. Así, el propósito complementa los conceptos de misión, visión y valores, yendo un paso más allá.
Un propósito definido
Las marcas que tienen un propósito definido son marcas más humanas que consiguen una mayor trascendencia. Son marcas que conectan con sus públicos, creando relaciones más emocionales y genuinas. Éstas consiguen, además, diferenciarse de sus competidores, aportando una razón para elegir una marca sobre otra. Además de todos estos beneficios – o, mejor dicho, gracias a ellos- está demostrado que las empresas y las marcas impulsadas por un propósito crecen más rápido, una tendencia que sigue en aumento.
Son muchas las organizaciones que están redefiniendo el porqué de su razón de existir, centrándose en el impacto positivo que pueden generar en el entorno y en la sociedad. Así, el propósito es cada vez más un eje estratégico de las organizaciones y de las marcas; una hoja de ruta que alinea todos los procesos.
Y es que, cada vez más, consumidores, usuarios, clientes… demandan empresas y marcas cuyo propósito vaya más allá de maximizar los beneficios económicos de ésta. Puede ser un propósito centrado en aspectos medioambientales y de sostenibilidad, en acelerar el cambio, en inspirar nuevas experiencias, en generar alegría y felicidad, o en facilitar el día a día. Cada organización, cada marca, tiene su propósito. Pero hay que (re)encontrarlo y dejar que éste se asienta en los fundamentos de la actividad.
Entonces, ¿cuál es el porqué de tu marca? Deja de lado el producto. Deja de lado las ventas y el beneficio económico. Pregúntate: ¿cuál es el propósito a largo plazo de tu marca para mejorar la sociedad?
Recuerda, como dijo el fundador de Tesla Elon Musk: “Dedicar largas horas a una empresa es duro. Dedicar largas horas a una causa es fácil”.
Alba Plana, directora de cuentas, Barcelona.