En 1999, durante su 30º período de sesiones, la UNESCO acordó celebrar el 21 de marzo de cada año el Día Mundial de la Poesía. Su entonces directora, Irina Bokova, expresaba que “la poesía es una ventana a la diversidad excepcional de la humanidad” e incidía en que el arte poético contribuye a mejorar nuestra manera de percibir e interpretar la realidad.
Puede pensarse que la poesía es un mundo muy alejado de la comunicación corporativa o del marketing. En realidad, como cualquier arte, es una forma de conocimiento transversal que puede resultar útil en cualquier sector de trabajo intelectual. La poesía recoge los insights esenciales de la especie humana y, en muchas ocasiones, es capaz de anticipar las corrientes sociales que aflorarán, unos años más tarde, a la vista de todos. Funciona, así, como una especie de termómetro y torre vigía de lo que “se esconde” en lo profundo de los individuos que, en definitiva, son los sujetos que debemos conocer y con quiénes debemos conectar.
Un ejemplo de engarce máximo entre marketing y poesía está personificado en Dana Gioia, vicepresidente de General Foods. Dana, abandonó su exitosa carrera en las alturas de la vida empresarial de Nueva York porque quería reinventarse en otra actividad: ser poeta. En 2015 fue nombrado Poeta Laureado de California y ha triunfado también de manera multinacional en el mundo de las letras.
Explorando este camino de conexión entre poesía, comunicación y marketing ¿podrá ayudar la poesía a conocer y describir distintos tipos de buyer persona? ¿Qué poema le podríamos dedicar a cada uno de ellos que fuese de su gusto? Nuestro comprador puede ser indeciso, dudando de qué producto comprar hasta el último minuto, o un soñador que ya tiene decidido lo que quiere, pero está fuera de su alcance; puede ser un impulsivo, que decide de manera rápida e irracional y su filosofía es la alegría y la positividad. También los hay reflexivos, que analizan cada paso minuciosamente y, en el otro extremo, un hedonista que encara la vida en clave de placer. Y por supuesto, el comprador impaciente, que espera novedades o productos con ansiedad y nerviosismo.
- El indeciso: Le gustan los caminos rectos, sin encrucijadas. Le pone nervioso la diversidad de opciones. Valora una y otra vez el precio y las condiciones de las compras. Suele quedarse extasiado en los lineales del supermercado, incapaz de escoger unas galletas.
- El soñador: Cada compra es una oportunidad de viajar a otra realidad, a menudo más exótica que la suya. Siempre piensa en el futuro como el momento en el que el azar pondrá a su alcance cumplir sus ilusiones.
- El impulsivo: Confía siempre en su instinto y sigue la llamada de su corazón. Cuando algo le gusta no regatea esfuerzos por conseguirlo. Se lleva muy mal con el “indeciso”.
- El reflexivo: Disfruta de todo el proceso de información en cada compra. Suele leer las etiquetas de los productos y llama a primos y cuñados para consultar su experiencia con los productos. Desconfía de las emociones y adora los hechos.
- El impaciente: Una vez decidido algo, cuenta los minutos y arde en deseos de tenerlo ya. Los procesos y los tiempos, aun reconociendo su lógica, le martirizan. Si además es “impulsivo” pasa la vida en un sinvivir.
Poema de Santa Teresa de Jesús
- El hedonista: Disfruta de las novedades del mercado y le gusta estar en vanguardia en cuanto a experiencias y productos. Es un cliente muy agradecido si respondemos a sus expectativas pero nos abandonará sin remordimientos si le defraudamos.
Es un hilo abierto en el que, por supuesto, se admiten sugerencias. ¿Te animas?
Xaime Mariño Chao