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Tradicionalmente, la palabra autor, referida al creador o moldeador de un producto, se ha aplicado sobre aquellas actividades que, aunque pudieran tener un cierto componente industrial, tenían algo de únicas y casi irrepetibles. Los vinos son elaborados por una bodega y dentro de un entorno geográfico singular, pero sus elaboradores (los enólogos) son considerados los autores de su sabor, de su olor y de su color. El vino no es, obviamente, el único producto que se elabora con la autoría intelectual y artesanal de un creador. Los vinos de autor, en concreto, son productos que se elaboran sobre el talento, la visión, la experiencia y el conocimiento técnico de sus autores (sus equipos creadores) y así se publicita y reconoce. Y eso es así porque el vino ha reivindicado a sus autores en las últimas décadas casi tanto como, desde hace algunas semanas, la industria de fondos y planes ha apelado a los suyos (los gestores que componen las carteras de activos de sus productos de inversión).
Al margen de la valía y el track-record que hay detrás de cada uno de sus gestores (los grandes autores de la industria de la inversión colectiva) los últimos acontecimientos corporativos que se han producido entre las diferentes casas de inversión reivindican uno de los secretos más ocultos en la mente de los ahorradores: que los fondos y planes de pensiones en los que depositan sus ahorros y expectativas de rentabilidad también son de autor y que esos autores no son bancos ni oficinas bancarias ni comercializadores de productos financieros. Son gestores de activos: personas que reciben y tratan más información de la que podría administrar un ahorrador medio y que convierten sus decisiones en un momento único e irrepetible.
El vino ha sabido, como la gastronomía o el arte, construir y visibilizar a sus autores y la industria de fondos y planes de pensiones tiene el reto de hacer entender a todos que la inversión no es un juego de artesanía pero sí de talentos, experiencia y conocimiento técnico. En definitiva, que los autores de esta industria no son quienes comercializan sus productos sino quienes los elaboran, moldean y revisan. Por eso, a través de los esfuerzos que los gestores hagan en comunicación y relaciones públicas para darle visibilidad a sus autores y sus equipos, se conseguirá que los ahorradores entiendan mucho mejor quienes son los que en muchos casos les han ayudado a enriquecer su patrimonio. Obviamente siempre habrá buenos y malos autores. Pero esta elección les corresponde a las empresas gestoras, que son a la inversión lo mismo que las bodegas a sus vinos, y a los inversores, que en un entorno de arquitectura abierta, llegarán a su tienda de fondos (el comercializador) sabiendo qué rentabilidad encaja mejor con su gusto por el riesgo y la fiscalidad. La autoría es un gran activo.