¿De quién son los usuarios de Facebook?

Una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea permitirá, a partir de ahora, controlar los flujos de datos que los usuarios europeos volcamos en redes sociales y grandes plataformas como Facebook o Google. Es un primer paso en un conflicto que apenas acaba de nacer. Privacidad, defensa de los derechos de los usuarios, nuevas oportunidades comerciales… Se abren numerosos frentes que esconden las claves que van a marcar el futuro status quo de internet.

sentenciaPara quienes no hayan leído la última sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre el ‘Caso Facebook’, baste con aclarar que se trata de la primera batalla de una guerra que se inició hace varios años. En concreto cuando las grandes compañías europeas constataron que las grandes plataformas estadounidenses disponían de una posición privilegiada respecto al reclutamiento de datos con los que configurar la oferta y el diseño de sus productos. Y no, no me refiero al asunto fiscal ni a lo desproporcionado de las inversiones que finalmente recaen en Europa.

Me refiero a la trascendente reflexión que se levanta detrás de una pregunta tan simple como “¿de quién son los usuarios de Facebook?”. ¿De la compañía? En ese caso, como alguna vez se ha bromeado, estamos ante un híbrido entre multinacional y nación que ocuparía el segundo puesto como estado más poblado del planeta. Un concepto sin precedentes que, como estamos viendo, va más allá de lo tecnológico, de lo nativo de un mundo como internet. Es un conflicto identitario cuyo recorrido es tremendo.

Prueba de ello es el enorme impacto que tiene la sentencia que, a grandes rasgos, viene a señalar a Estados Unidos como un puerto “no seguro” para el recaudo de los datos que los europeos volcamos a grandes plataformas como Facebook, Twitter, Google o Yahoo!. Es decir, que Europa por fin ha entendido que la única vía para poder competir con el modelo yankee es cerrar agujeros por la vía legal; una vez que estos players se han inmiscuido hasta el tuétano de las economías domésticas, ahora sí, sin que haya una justa compensación por los enormes beneficios que han recibido a cambio. A partir de ahora, el trasvase de datos (el oficial, se supone) entre Facebook Europa y Facebook EEUU deberá contar con el visto bueno de la agencia de protección de datos europea. Un muro higiénico que aplica como herramienta legal y como frente empresarial.  

¿Y ahora qué?

Ahora es momento de pensar en el gap que ya se ha producido entre ambas potencias. Pensemos en la ingente minería de datos que estas empresas han usado como materia prima para construir su oferta y sus productos digitales. E imaginemos un ecosistema en el que, a partir de ahora, los datos fluctúan de una manera más racional y ajustada a los intereses de usuarios y administraciones. Pues bien, la conclusión arroja más pesimismo sobre las posibilidades de neutralizar ese gap entre americanos y europeos, ya que las reglas del juego han cambiado una vez que la balanza ya estaba desequilibrada. Si esto fuera un maratón, Europa acaba de escuchar el pistoletazo de salida, casi una década después de que su principal competidor hubiera empezado a correr al sprint.

Pero las guerras se libran en batallas, muchas, y lo que acaba de ocurrir es sólo el primer tanteo, los primeros golpes de dos púgiles que dicen ser amigos, pero que actúan deslealmente favoreciendo los intereses de las empresas patrias. Decidir si uno es ciudadano de un Estado o de una plataforma es algo que hoy en día parece un sinsentido, pero hay una profunda cadena de derechos asociados al individuo que están en juego. Y conocer quienes serán los garantes y defensores de estos derechos es algo que el ciudadano debe conocer para poder actuar en caso de injusticia.

Pero  lo más importante es el escenario de competencia abierta que puede generar este precedente. De la capacidad que tengamos los europeos de identificar estos nuevos “puntos débiles” de las grandes plataformas (sus rasgos imperialistas, su escaso respeto a derechos individuales como la privacidad, el escaso apego a las economías locales, etc…) dependerá la posibilidad de construir espacios propios y nuevos entornos relacionase (como una red social) que aporten más seguridad, más respeto y más funcionalidades a los usuarios de internet de todo el planeta. Entonces, habremos empezado a competir en igualdad de condiciones.

 

 Estrategia Digital.

 

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