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–3,2,1 LIFTOFF:
Hoy termina la exposición de La Casa Encendida que muestra las 200 portadas más representativas de “La luna de Metrópoli”, el suplemento semanal de ocio y cultura que se publica los viernes con El Mundo y cuya dirección de arte corre a cargo de Rodrigo Sánchez, galardonado numerosas ocasiones por su trabajo en distintas publicaciones de la SPD (Society of Publication Designers) y TDC (Type Directors Club) entre otros.
– FASE ESPACIAL:
Antes de que las computadores nos invadiesen a lo Matrix, las portadas de la revista se editaban al más puro estilo “vintage”. Esto es “collage”, esto es, dibuja, rotula, dale letraset, borra, recorta y pega. A fecha de hoy el proceso para elaborar las portadas de “la Luna de Metropoli” parece seguir manteniendo la misma técnica “art-and craft”; lo artesanal frente a lo tecnológico, otorgándole a la revista el valor añadido de ser reconocible a pesar del carácter antinormativo de sus portadas.
Sin lugar a dudas, no solo ha sido acertada y exitosa la elección de dirección de arte, sino también la dirección creativa, que ha asumido el riesgo -cierto que respaldado por la fortaleza de “su Mundo”- a la hora de plantear una portada “nómada”, cuya única norma visible es la de comunicar de forma diferente las diferentes formas de comunicar.
Metropoli se ajusta así, al juego de la Rayuela como intrépida revisión del oficio de la comunicación, en el que su anárquica jerarquía de portada, su ausencia de una preestablecida cabecera y la carencia de referentes contemporáneas, generan un incalculable valor de marca, del que su alma mater ha sabido ver y sacarle partido… que no es poco.
Si bien las alusiones a este tipo de características editoriales no son muy comunes en medios impresos, salvo los extintos y limítrofes ejemplos como los fancines, podemos encontrar algunas referencias que han revolucionado la gráfica editorial y que tuvieron su auge en las décadas ‘80 y ‘90. Quizás el más representativo de los ejemplos lo encontramos a principios de los ‘90, en la corriente californiana al más puro estilo Post-Punk, o en su neo-deribada Grunge, David Carson (Texas 1952) re-visionó las portadas de revistas que pregonaban el ocio alternativo como el surf y el skateboard, en un nuevo y libre estilo de vida. Poco después, Carson se pone a los mandos de “RAYGUN”, revista musical cuyas portadas e interiores redecoraban, al más estilo dadaista, la nueva esencia-escena de multitud de músicos noventeros. Artistas emergentes como Bjork, Dinosaur jr, Nine Inch Nails, Radiohead, etc. se fueron consolidando en el complejo escenario, posicionándose como los nuevos gurús de su generación, a quienes Carson supo representar, y a otros -como Iggy- resucitar.
– ALUCINAJE:
Durtante el recorrido de la expo nos planteamos cual es “el tiempo y uso de la revista”, pues su folia condición, enfrentado a lo digital, lo convierte en un soporte extraño y extrañado por sus contexto, que acerca más al deleite de la pieza gráfica de portada, al más puro estilo Daniel Gil que a la funcionalidad de su contenido fácilmente rastreable en la red. La cuestión política de su contexto es otro tema que nos viene a la cabeza al recordar que La Casa Encendida pertenece a la antigua Caja Madrid. Y finalmente el posicionamiento de una marca como cuestión identitaria que separa el uso de la forma en pro del reconocimiento de la autoría. Ferrán Adriá comiendo sardinas con chocolate, Mariscal como “el encantador de perros”, Vila-Matas disfrazado en Pierre Menard o Frank Gehry con sus farfalle gris metalizado, son ejemplares discursos estratégicos que re-a-firman el valor de marca. Cuestiones aparte, decir que el papel del papel sigue en el filo de la portada, las exposiciones de La Casa Encendida son saludables signos de bienestar socio-cultural y las marcas parecen buscar más el modo de estar antes que ser… Cosas de la dromología.