Comunicar para la paz

ETA

Fue la noticia del día para prácticamente todos los diarios de nuestro país. Y eso que el destino quiso que Gadafi, otro histórico enemigo de la democracia, desapareciera también el mismo día. 43 años de violencia y 829 víctimas mortales después, ETA anuncia el “cese definitivo” de su “actividad armada”. Al margen del mayor o menor optimismo con que pueda interpretarse el anuncio, desde el punto de vista estrictamente informativo estamos ante una noticia sin precedentes. Una declaración hasta ahora inaudita, que no por ser más o menos esperada (e incluso predecible), deja de ser una página obligada en los futuros e-books de historia.

La prensa del día coincidió en reconocer la importancia del hecho y prácticamente todas las portadas hablaban de lo mismo… pero con perspectivas muy diferentes. Los más escépticos: “ETA alardea de sus asesinatos y emplaza al Gobierno a negociar” (EL MUNDO), “ETA ni se disuelve ni entrega las armas” (ABC) “ETA cesa su actividad armada sin entregar las armas” (LA RAZÓN). En el extremo opuesto, los más optimistas: “¡Por fin!” (EL CORREO), “El fin del terror” (EL PAÍS), o “Agur, ETA” (PÚBLICO). La prueba de cómo un mismo acontecimiento puede dar lugar a portadas con enfoques diametralmente opuestos.

Estamos viviendo un momento clave en la historia de la democracia que además se suma al bombardeo de mensajes electorales. Desde hoy, cada estrategia de comunicación política será, más que nunca, una interpretación de este momento histórico para orientar enfoques conforme a los intereses de cada uno.

Por ejemplo, el programa “Salvados” de La Sexta emitió un reportaje especial sobre este asunto. Jordi Évole entrevistó, entre otros, a Martxelo Otamendi, director del diario Berria. Preguntado sobre si llegará el perdón, Otamendi respondió: “Llegará el reconocimiento del dolor causado”.

El nuevo escenario social y político vaticina una intensa batalla dialéctica que va a otorgar un protagonismo fundamental a la proyección de mensajes hacia la sociedad y cómo conectar con la ciudadanía. No sería raro que en los próximos días escuchemos más perífrasis como ésta, a la que no sólo los políticos nos tienen acostumbrados. Sin ir más lejos, la casa real evitó hablar de separación con la expresión “cese temporal de la convivencia matrimonial”…

Cada partido, cada portavoz, cada asociación e incluso cada medio de comunicación, estudiará a fondo sus palabras considerando la sensibilidad de su público para minimizar en la medida de lo posible cada cambio de discurso, en tanto que el escenario es también ahora diferente. No olvidemos que estamos escribiendo la historia. Bienvenido sea, siempre y cuando a partir de ahora todas las batallas no se libren con más armas que las palabras.

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