La publicidad no es sólo un anuncio en televisión
Hoy en día nos encontramos mil formas diferentes de hacer publicidad, promoción de producto o marcas. Sin irnos muy lejos, tenemos desde un formato innovador como el product placement, hasta los banners en redes sociales. Estos canales han pasado de ser optativos hace unos años a obligatorios para las empresas, teniendo en cuenta que las plataformas publicitarias y las segmentaciones que nos ofrecen han evolucionado en muy poco tiempo de manera exponencial. Es por ello que, a lo largo de una jornada recibimos más de 4.000 impactos publicitaros. Las compañías intentan mediante las diferentes y variadas vías de comunicación que existen, mover a los consumidores a la acción de compra, creando vínculos emocionales entre la marca y sus públicos.
Y sí, lo emocional influye contundentemente en nuestra voluntad de compra. La publicidad, además de cumplir su principal función de persuasión y motivación al “lo quiero”, se ha convertido en creadora de tendencias y conceptos sociales y éticos de influencia global. Aquí encontramos la respuesta a la pregunta de este post. La publicidad ha propiciado que las personas que se identifican con dichos conceptos, cuando reciben un impacto publicitario, se ven reconocidos en ello, por lo que quieren probar, tener y disfrutar lo que ofrezca esa marca.
¿Qué marca icónica de bebidas es el ejemplo perfecto de ello? Sin ninguna duda, Coca-Cola. A nivel mundial, y con una publicidad brillante, la firma ha atraído durante años a los consumidores de sus productos, posicionándose como referencia mundial en el segmento de mercado que opera y generando la necesidad de ser consumido. Además de esto, la marca ha sabido evolucionar la promoción de su producto, trasladando el famoso anuncio televisivo de cada momento del año a otros canales, como redes sociales, sampling o product placement, en numerosas películas o series.
